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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Elecciones municipales: una agenda demasiado oculta

¿Qué agenda internacional deberán impulsar los nuevos gobiernos locales surgidos del 26M?

La movilidad y los carriles bici de Valencia, un elemento clave en las elecciones municipales de la ciudad.
La movilidad y los carriles bici de Valencia, un elemento clave en las elecciones municipales de la ciudad. Juan Carlos Cárdenas (EFE)
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A pesar de su importancia, la agenda internacional de las ciudades queda relegada a un segundo plano en el debate de las municipales. ¿Qué claves deberán tener en cuenta los nuevos gobiernos locales surgidos del 26M?

Ya nadie discute la importancia de que las ciudades actúen en el ámbito internacional. Se posicionan políticamente en cuestiones sensibles como la crisis de refugiados, cooperan entre si y con otros actores, son solidarias, aprenden y comparten, impulsan proyectos innovadores o se proyectan para atraer inversiones… A nadie le parece raro que las alcaldesas de Madrid o Barcelona se reúnan con el alcalde de Nueva York, con una comisaria europea o con el secretario general de las Naciones Unidas. Sin embargo, llegan las elecciones municipales y la agenda internacional no aparece en el primer plano. Un recorrido por los programas electorales de los partidos que se disputan la alcaldía de algunas de las principales ciudades nos muestra que lo internacional tiene escasa presencia y una dimensión estratégica más bien limitada.

La agenda internacional que deberán impulsar las alcaldesas y los alcaldes que salgan de las elecciones del próximo 26 de mayo será relevante

A primera vista puede parecer normal. Los de las ciudades son gobiernos llamados a abordar problemáticas locales. Sin embargo, en un mundo en el que las interdependencias son más fuertes que nunca, las ciudades no pueden impulsar políticas en ámbitos cruciales como el cambio climático, las migraciones o el desarrollo económico, sin entender las lógicas que marca la globalización ni intervenir en ellas. De hecho, hace tiempo que lo han entendido y llevan décadas actuando en Europa y en el resto del mundo. La agenda internacional que deberán impulsar las alcaldesas y los alcaldes que salgan de las elecciones del próximo 26 de mayo será relevante. Tienen ante si retos no menores que exigirán esfuerzos notables y una buena conexión con la ciudadanía y con los actores que operan desde la ciudad. Retos que valdría la pena debatir.

A escala global, las ciudades tienen un vínculo cada vez más fuerte con todo el ecosistema de las Naciones Unidas. Buen ejemplo de ello son las ciudades españolas que están mostrando un fuerte compromiso con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, con la Nueva Agenda Urbana o con los Acuerdos de París sobre cambio climático. Habrá que ver, sin embargo, de qué manera dicho compromiso se traduce en políticas públicas concretas y si son capaces de desplegar todo el potencial transformador que contienen dichas agendas. Como habrá que ver qué recorrido tienen las dinámicas que, en los últimos años, están confrontando las ciudades con algunos estados en ámbitos como la acogida de migrantes y refugiados —ciudades refugio— o el derecho a la vivienda adecuada en un escenario de fuerte presencia de fondos de raíz especulativa en el mercado inmobiliario.

Tanto a escala global como europea, las redes de ciudades juegan un papel fundamental como espacios en los que las ciudades suman y comparten voluntades, capacidades y recursos.

En clave europea, deberán estar muy atentas al nuevo marco financiero plurianual de la Unión Europea (2021-2027). Las políticas europeas y sus instrumentos financieros son fundamentales para las ciudades —han servido para financiar equipamientos y proyectos básicos e impulsar políticas innovadoras—, por lo que sus gobiernos tendrán que trabajar para asegurar que el presupuesto y la legislación que emana de Bruselas respondan a sus necesidades reales. Hay cuestiones clave sobre la mesa, como la implementación de la Agenda Urbana Europea, la (re)municipalización de determinados servicios básicos —agua, saneamiento, energía, etc.—, la gestión de la nueva economía de plataforma —Airbnb, Uber, etc.— o la lucha contra la pobreza y la exclusión social.

Tanto a escala global como europea, las redes de ciudades juegan un papel fundamental como espacios en los que las ciudades suman y comparten voluntades, capacidades y recursos. Son una herramienta clave para la incidencia política, así como un espacio privilegiado para que compartan conocimiento, experiencias y soluciones a sus principales problemas. Las ciudades españolas han apostado tradicionalmente por tener una presencia protagónica en redes como Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), Metrópolis, C40 o Eurocities, una presencia que deberían redoblar.

En África sería interesante construir relaciones que trasciendan la cooperación al desarrollo profundizando, como en Asia y en América del Norte, las relaciones comerciales, tecnológicas y académicas.

Más allá de Europa, las ciudades españolas también deben decidir hacia qué otras regiones miran. Los vínculos con América Latina son muy fuertes y se explican en claves diversas —sociales, económicas y culturales— aunque el actual contexto político en la región obliga a reconsiderar muchas cosas. En el Mediterráneo también existe un vínculo natural, aunque se trate de un vínculo de frontera. Las ciudades de ambas orillas tienen relaciones muy fuertes y los flujos son constantes. En África sería interesante construir relaciones que trasciendan la cooperación al desarrollo profundizando, como en Asia y en América del Norte, las relaciones comerciales, tecnológicas y académicas.

Los ojos con los que las ciudades miran al mundo condicionan en gran medida las alianzas que generan y el matiz que le dan a su acción internacional. Un matiz más que relevante para determinar cómo orientan su política de cooperación internacional al desarrollo. Ésta es una política consolidada en el ámbito municipal pero que necesita evolucionar. Sigue dominando el paradigma tradicional de orientación asistencialista, aunque hay ciudades que están impulsando un cambio radical desarrollando modelos de cooperación más horizontales, inclusivos y eficientes. Modelos basados en conceptos como el de ciudadanía o justicia global que se articulan a partir de intervenciones dirigidas a fomentar la conciencia crítica entre la ciudadanía, a potenciar la implicación de los actores de la ciudad (ONGs, universidades, empresas, etc.) y a construir partenariados con ciudades socias en los que la cooperación técnica, basada en el conocimiento y la experiencia acumulada por los propios gobiernos locales, se define como eje de la relación.

hay ciudades que están impulsando un cambio radical desarrollando modelos de cooperación más horizontales, inclusivos y eficientes.

Dicho matiz también es fundamental para determinar las estrategias de proyección internacional; es decir, la manera en que las ciudades se proyectan al mundo con el fin de generar oportunidades y consolidar apuestas. Los esquemas más clásicos se orientan a la internacionalización de las empresas y a la captación de oportunidades —inversiones, sedes, museos, eventos deportivos y culturales, ferias y congresos o turistas—. Pero actualmente hay ciudades que van más allá; que favorecen sistemas de diplomacia científica que las posicionan como hubs de innovación y ciencia; o promueven la captación de oportunidades no especulativas, de economía verde o social y solidaria. La proyección internacional de las ciudades está fuertemente relacionada con el modelo de ciudad por el que apuestan sus gobiernos y la sociedad. Avanzar en estrategias de proyección que respondan a sus necesidades, intereses y aspiraciones es un reto. Como lo es definir mecanismos para mitigar sus externalidades negativas, que las tienen, y que pueden darse en formas muy diversas, como la gentrificación de los enclaves donde aterriza la innovación y el talento o la precarización de determinados perfiles laborales.

La proyección internacional de las ciudades está fuertemente relacionada con el modelo de ciudad por el que apuestan sus gobiernos y la sociedad.

No aprovechar el debate electoral para profundizar en todos estos retos implica perder una buena ocasión de poner luz y taquígrafo a todo ello. Pero no definir una estrategia consensuada que sirva para abordarlos una vez se hayan puesto en funcionamiento las nuevas alcaldías, sería todavía peor. En unas pocas semanas los nuevos gobiernos municipales tendrán la oportunidad de impulsar estrategias de internacionalización que se sustenten en objetivos claros y acciones concretas, que estén arraigadas con lo que la ciudad es y quiere ser, y que sean coherentes con el resto de políticas municipales y con las dinámicas y procesos por los que apuesta la sociedad. Harán falta buenas dosis de voluntad política.

Agustí Fernández de Losada, Director del Programa Ciudades Globales de CIDOB.

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